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12 de diciembre de 2023

El precio del camino al éxito

¿Quién necesita un trabajo teniendo dos mil seguidores en Instagram o Twitter? Antes de que te retires a tu mansión en tu isla privada, me gustaría hacerte una reflexión.

¿En qué momento nos hemos dejado influenciar por personas que ni tan solo conocemos?

Las redes sociales han democratizado la influencia, y con un simple clic en el botón de «Seguir» podemos encontrar centenares de miles de consejos para conseguir el tan deseado éxito en todas sus formas. Pero, ¿podemos confiar en estas fuentes? ¿Acaso los miles de seguidores están verdaderamente familiarizados con la trayectoria y la experiencia de quien administra el perfil en la red social?

La búsqueda del éxito se ha convertido en una carrera frenética por acumular seguidores, likes e interacciones. Las redes sociales han hecho que todos seamos, de alguna manera, estrellas de nuestros propios escenarios digitales.

Los sabios consejos quedan atrás: los relatos de nuestros abuelos, los valores de vida que nos transmitían nuestros padres, o esas conversaciones con la gente mayor de nuestro pueblo o barrio quedan a menudo en segundo plano.

Las voces de aquellos que nos conocen en carne y hueso, que de verdad han experimentado el éxito y el fracaso a lo largo de los años, son reemplazadas por cacofonías de consejos rápidos y vacíos con soluciones instantáneas e inútiles que inundan nuestros feeds.

En este mundo digital, a menudo, estamos dispuestos a confiar en la influencia de quienes acumulan seguidores, sin detenernos a mirar si esta influencia se basa en algo más que en una falsa imagen pulida en internet.

A medida que vamos explorando la cultura del éxito en internet, consideramos cómo podemos equilibrar la búsqueda del conocimiento y la experiencia con la cautela necesaria para distinguir la información valiosa de lo que es únicamente un escaparate reflejo de la vanidad virtual.

El atractivo de la promesa del éxito rápido

Esta promesa, a la que últimamente nos vemos bombardeados, es irresistiblemente atractiva. ¿Quién sería el tonto de resistirse a la idea de alcanzar el éxito sin esperar?

La obsesión con la eficiencia, la gratificación instantánea y esa falsa percepción de que hacerse millonario depende de la actitud de uno mismo, frente al hecho de trabajar arduamente para pagar las necesidades básicas, resulta desalentador. Los falsos gurús capitalizan esta ansiedad, y presentan sus soluciones como una fórmula mágica que te lleva desde la mediocridad hasta la grandeza en un abrir y cerrar de ojos.

Estos falsos gurús se nos presentan como millonarios teniendo una vida de ensueño con coches de lujo, mansiones, ropa cara… sin necesidad de sudar, luchar o sacrificar. La realidad de este éxito es mucho menos glamurosa. Hay un aforismo que usa esta gente de manera incorrecta, pero que lo explica a la perfección: Fake it until you make it.

Este aforismo, que surge en el siglo veinte, se había usado en el contexto de la psicología y autoayuda para motivar a personas a superar una falta de confianza o de habilidades. Actualmente, se le está dando un mal uso desde un contexto del ámbito empresarial y desarrollo personal, animando a personas a aparentar una vida de lujo creando falsas expectativas y generando una imagen distorsionada.

Humo en forma de cursos, mentorings, academias… que han adaptado este aforismo a una versión moderna, que te invita a aparentar una vida de éxito hasta que lo consigas. De esta manera, los creadores de estos cursos consiguen «demostrar» la eficacia de lo que hacen: toda persona que pasa por sus manos consigue fácilmente el éxito. ¿Cómo no va a funcionar su curso, si todos los que han ido tienen una vida perfecta?

Realmente nada de lo que tienen es real, son una ilusión cuidadosamente construida.

La degradación del conocimiento como consecuencia de la injerencia del capitalismo en internet

El aumento de la desinformación en internet es una gran preocupación creciente, y el capitalismo desempeña un papel crucial en este fenómeno. En un mundo donde la rentabilidad y el lucro son prioridades, la búsqueda desenfrenada de ganancias a menudo eclipsa la necesidad de proporcionar información precisa.

Hoy en día, el lucro en la desinformación ya no se limita al clickbait o a los titulares morbosos para atraer clics, sino que se filtra directamente en los resultados de búsqueda y en el contenido aparentemente informativo.

El impacto de la monetización en la calidad del contenido

Vamos a poner un ejemplo que a mí me ha pasado; imagina que quieres crear un blog y buscas en internet cómo. Los motores de búsqueda te van a bombardear con tutoriales y guías sobre como generar ingresos rápidos a través de un blog, en lugar de ofrecer recursos formativos que aborden los aspectos fundamentales como una buena redacción, la estructura del contenido y la elección adecuada del sistema de gestión de contenidos (CMS).

Este enfoque distorsionado no solo perpetúa la desinformación, sino que también socava la calidad del conocimiento disponible en internet.

Es esencial reconocer que la desinformación no es simplemente un problema de acceso a la información, sino también una cuestión de prioridades distorsionadas impulsadas por incentivos económicos. En lugar de fomentar un ambiente en el que la verdad y el conocimiento sean los pilares fundamentales, el capitalismo desenfrenado ha dado lugar a un paisaje digital donde el lucro personal siempre se coloca por encima del bienestar colectivo y el acceso a la información en internet.

La proliferación de contenido desinformativo no solo tiene un impacto en la calidad del conocimiento, sino que también erosiona la capacidad de discernimiento de la sociedad y socava la confianza en las fuentes de información. Cuando la búsqueda de ganancias eclipsa la veracidad y la integridad del contenido, la sociedad en su conjunto sufre las consecuencias de una falta de información precisa y confiable.

En el ámbito de las criptomonedas, esta tendencia se hace especialmente evidente. Lo que en un principio surgió como una innovación tecnológica prometedora, capaz de revolucionar el sistema financiero, se ha visto opacado por la especulación desenfrenada y la obsesión por la «inversión» en criptoactivos. La información sobre cómo funcionan a nivel técnico y sus funciones como moneda digital han quedado relegadas a un segundo plano frente a la búsqueda de lucro rápido.

La cultura capitalista de la ganancia ha permeado el espacio de las criptomonedas, convirtiendo lo que debería ser una herramienta de empoderamiento financiero en un campo minado de riesgos y oportunidades de enriquecimiento rápido. Las discusiones sobre la descentralización y la democratización del sistema financiero se ven eclipsadas por el deseo de obtener ganancias rápidas, alimentando así la propagación de desinformación y la falta de comprensión real sobre el verdadero potencial de estas tecnologías.

Para abordar este desafío, es necesario promover una cultura en línea que valore la precisión, la integridad y el aprendizaje auténtico sobre los beneficios personales rápidos de algunos. Al hacerlo, podemos comenzar a contrarrestar la propagación de la desinformación y cultivar un entorno digital donde la información verdadera y útil prevalezca.

De lo contrario, corremos el riesgo de perpetuar la cultura del enriquecimiento rápido a expensas de la integridad y la confianza en el conocimiento.